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Carta de Santiago




Capítulo

1 Y ahora les toca a los ricos: lloren y griten por las desgracias que van a sufrir.
2 Su riqueza está podrida, sus ropas apolilladas,
3 su plata y su oro herrumbrado; y su herrumbre atestigua contra ustedes, y consumirá sus cuerpos como fuego. Ustedes han amontonado riquezas ahora que es el tiempo final.
4 El salario de los obreros, que no pagaron a los que trabajaron en sus campos, alza el grito; el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor Todopoderoso.
5 Ustedes llevaron en la tierra una vida de lujo y placeres; han engordado y se acerca el día de la matanza.
6 Han condenado y matado al inocente sin que él les opusiera resistencia.

Paciencia y oración

7 Hermanos, tengan paciencia hasta que vuelva el Señor. Fíjense en el labrador: cómo aguarda con paciencia hasta recibir la lluvia temprana y tardía, con la esperanza del fruto valioso de la tierra.
8 Ustedes también, tengan paciencia y anímense, que la llegada del Señor está próxima.
9 Hermanos, no se quejen unos de otros, y no serán juzgados: miren que el Juez ya está a la puerta.
10 Tomen como ejemplo de sufrimiento y paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
11 Miren, declaramos dichosos a los que aguantaron. Ustedes han oído contar cómo aguantó Job sus sufrimientos y conocen lo que al final el Señor hizo por él; porque el Señor es compasivo y piadoso.
12 Ante todo, hermanos, no juren: ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que el sí sea un sí, y el no sea un no, y así no serán condenados.

El enfermo

13 Si alguno de ustedes sufre, que ore; si está contento que cante alabanzas.
14 Si uno de ustedes cae enfermo que llame a los ancianos de la comunidad para que recen por él y lo unjan con aceite invocando el nombre del Señor.
15 La oración hecha con fe sanará al enfermo y el Señor lo hará levantarse; y si ha cometido pecados, se le perdonarán.
16 Confiesen unos a otros sus pecados, recen unos por otros, y se sanarán. Mucho puede la oración fervorosa del justo.
17 Elías era hombre frágil como nosotros; pero rezó pidiendo que no lloviese, y no llovió en la tierra tres años y seis meses.
18 Rezó de nuevo, y el cielo soltó la lluvia y la tierra dio sus frutos.
19 Hermanos míos, si uno de ustedes se aparta de la verdad y otro lo endereza,
20 el que convierte al pecador del mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de una multitud de pecados.



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