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Carta a los Hebreos
Capítulo 
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Eficacia del sacrificio de Cristo y el sacerdocio de los creyentes
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1 |
La ley es sombra de los bienes futuros, no su presencia verdadera. Con los mismos sacrificios ofrecidos periódicamente cada año, la ley nunca puede hacer perfectos a los que se acercan.
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2 |
Porque si los hubiera purificado definitivamente, al no tener conciencia de pecado, los que rinden culto habrían dejado de ofrecerlos.
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3 |
Por el contrario, estos sacrificios sirven para hacerles recordar sus pecados cada año,
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ya que la sangre de toros y cabras no puede perdonar pecados.
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5 |
Por eso, al entrar en el mundo dijo: No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo.
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6 |
No te agradaron holocaustos ni sacrificios expiatorios.
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7 |
Entonces dije: Aquí estoy, he venido para cumplir, oh Dios, tu voluntad –como está escrito de mí en el libro de la ley–.
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8 |
Primero dice que no ha querido ni le han agradado ofrendas, sacrificios, holocaustos ni sacrificios expiatorios que se ofrecen legalmente;
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9 |
después añade: Aquí estoy para cumplir tu voluntad. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo.
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10 |
Y en virtud de esa voluntad, quedamos consagrados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.
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11 |
Todo sacerdote se presenta a oficiar cada día y ofrece muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar pecados.
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12 |
Cristo, en cambio, después de ofrecer un único sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la derecha de Dios
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y se queda allí esperando a que pongan a sus enemigos como estrado de sus pies.
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14 |
Porque con un solo sacrificio llevó a perfección definitiva a los consagrados.
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15 |
También el Espíritu Santo nos lo atestigua, al decir:
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16 |
Ésta es la alianza que haré con ellos en el futuro –oráculo del Señor–: pondré mis leyes en su corazón y las escribiré en su conciencia.
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17 |
Me olvidaré de sus pecados y delitos.
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18 |
Ahora bien, si son perdonados, ya no hace falta ofrenda por el pecado.
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19 |
Por la sangre de Jesús, hermanos, tenemos libre acceso al santuario;
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20 |
por el camino nuevo y vivo que inauguró para nosotros a través del velo del templo, a saber, de su cuerpo.
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21 |
Tenemos un sacerdote ilustre a cargo de la casa de Dios.
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22 |
Por tanto, acerquémonos con corazón sincero, llenos de fe, purificados por dentro de la mala conciencia y lavados por fuera con agua pura.
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23 |
Mantengamos sin desviaciones la confesión de nuestra esperanza, porque aquel que ha hecho la promesa es fiel.
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24 |
Ayudémonos los unos a los otros para incitarnos al amor y a las buenas obras.
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25 |
No faltemos a las reuniones, como hacen algunos, antes bien animémonos mutuamente tanto más cuanto que vemos acercarse el día del Señor.
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26 |
Porque si, después de recibir el conocimiento de la verdad, pecamos deliberadamente, ya no queda otro sacrificio por el pecado,
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27 |
sino la espera angustiosa de un juicio y el fuego voraz que consumirá a los rebeldes.
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28 |
Quien quebrantaba la ley de Moisés, era ejecutado sin compasión por el testimonio de dos o tres testigos.
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29 |
Cuánto más será castigado, entonces, quien pisotee al Hijo de Dios, profane la sangre de la alianza que lo consagró y afrente al Espíritu de la gracia.
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30 |
Conocemos al que dijo: Mía es la venganza, a mí me toca retribuir, y también: El Señor juzgará a su pueblo.
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31 |
Qué terrible es caer en manos del Dios vivo.
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32 |
Recuerden los primeros días, cuando, recién iluminados, sostuvieron el duro combate de los padecimientos:
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33 |
unos expuestos públicamente a injurias y malos tratos, otros solidarios de los que así eran tratados.
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34 |
Compartieron las penas de los encarcelados, aceptaron gozosos que los privaran de sus bienes, sabiendo que poseían bienes mayores y permanentes.
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35 |
Por tanto, no pierdan la confianza, que ella les traerá una gran recompensa.
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36 |
A ustedes les hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y obtener lo prometido.
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37 |
Todavía un poco, muy poco, y el que ha de venir vendrá sin tardanza.
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38 |
Mi justo vivirá por la fe; pero si se echa atrás, no me agradará.
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39 |
Nosotros no pereceremos por echarnos atrás, sino que salvaremos nuestra vida por la fe.
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