 Volver
Carta a los Filipenses
Capítulo 
|
Los méritos del cristiano
|
1 |
Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor. A mí no me cansa escribirles las mismas cosas y para ustedes es una seguridad.
|
2 |
¡Cuidado con los perros, cuidado con los malos obreros, cuidado con los mutilados!
|
3 |
Nosotros somos los verdaderos circuncidados, los que servimos a Dios en espíritu, ponemos en Cristo nuestra gloria y no nos apoyamos en méritos corporales.
|
4 |
Si bien yo podría apoyarme en tales cosas. Nadie tendría más razones que yo para confiar en ellas,
|
5 |
circuncidado el octavo día, israelita de raza, de la tribu de Benjamín, hebreo hijo de hebreos; respecto a la ley, fariseo,
|
6 |
celoso perseguidor de la Iglesia; en cuanto al cumplimiento de la ley, irreprochable.
|
7 |
Pero lo que para mí era ganancia lo consideré, por Cristo, pérdida.
|
8 |
Más aún, todo lo considero pérdida comparado con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús mi Señor; por él doy todo por perdido y lo considero basura con tal de ganarme a Cristo
|
9 |
y estar unido a él, no con mi propia justicia basada en la ley, sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la justicia que Dios concede al que cree.
|
10 |
Lo que quiero es conocer a Cristo, y sentir en mí el poder de su resurrección, tomar parte en sus sufrimientos; configurarme con su muerte
|
11 |
con la esperanza de alcanzar la resurrección de la muerte.
|
12 |
No es que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección; yo sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, como Cristo Jesús me alcanzó.
|
13 |
Hermanos, yo no pienso haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome de lo que queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante
|
14 |
y corro hacia la meta, hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús.
|
15 |
Por tanto, los que somos maduros, debemos pensar así; y si alguno piensa de otro modo, Dios se lo revelará.
|
16 |
Ahora bien, el punto al que hemos llegado nos marcará la dirección.
|
17 |
Hermanos, sigan mi ejemplo y pongan la mirada en los que siguen el ejemplo que yo les he dado.
|
18 |
Muchos –se lo decía frecuentemente y ahora se lo digo llorando– viven como enemigos de la cruz de Cristo:
|
19 |
su destino es la perdición, su dios es el vientre, su honor lo que es vergonzoso, su mentalidad es terrena.
|
20 |
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos recibir al Señor Jesucristo;
|
21 |
él transformará nuestro cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para dominar todas las cosas.
|
|
 Volver
|