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2° Carta a los Corintios




Capítulo

Revelaciones y flaquezas

1 ¿Hay que seguir alabándose?, aunque de poco sirva, paso a las visiones y revelaciones del Señor.
2 Sé de un cristiano que hace catorce años –no sé si con el cuerpo o sin el cuerpo, Dios lo sabe– fue arrebatado hasta el tercer cielo;
3 y sé que ese individuo –con el cuerpo o sin el cuerpo, Dios lo sabe–
4 fue arrebatado al paraíso y escuchó palabras inefables, que ningún hombre puede pronunciar.
5 De eso podría gloriarme, pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré de mis debilidades.
6 Aunque, si quisiera gloriarme, no sería necio, diría la verdad. Pero me abstengo para que, en vista de tan extraordinarias revelaciones, no vaya alguien a formarse de mí una idea superior a lo que ve en mí o escucha de mí.
7 Ahora bien, para que no me envanezca, me han clavado en las carnes una espina, verdadero delegado de Satanás que me abofetea.
8 A causa de ello rogué tres veces al Señor que lo apartara de mí.
9 Y me contestó: ¡te basta mi gracia!; la fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto me gloriaré de mis debilidades, para que se aloje en mí el poder de Cristo.
10 Por eso estoy contento con las debilidades, insolencias, necesidades, persecuciones y angustias por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

El ministerio en Corinto

11 Me he portado como necio: ustedes me han obligado. A ustedes tocaba valorarme. Porque aunque soy nada, en nada soy inferior a los superapóstoles.
12 La marca del verdadero apóstol se vio en mi trabajo entre ustedes: paciencia a toda prueba, signos, prodigios y milagros.
13 ¿En qué fueron menos que otras Iglesias salvo en que yo no me convertí en una carga para ustedes? Perdónenme esa ofensa.
14 Miren, por tercera vez pienso ir a visitarlos; y no seré una carga, ya que no busco sus bienes, sino a ustedes.
No les toca a los hijos ahorrar para los padres, sino a los padres para los hijos.
15 Con sumo gusto gastaré y me gastaré por ustedes.
Y si yo los quiero tanto, ¿no seré querido en la misma medida?
16 —Concedido, dirán que yo no he sido una carga para nadie, pero como soy astuto, los he cazado en una trampa.
17 ¿Acaso los he explotado por medio de alguno de mis enviados?
18 A Tito le rogué que fuera, y con él envié al hermano: ¿los explotó Tito? ¿No nos guía el mismo Espíritu? ¿No pisamos las mismas huellas?
19 ¿Piensan que vuelvo a justificarme ante ustedes? Hablamos en presencia de Dios y como cristianos: todo, queridos míos, lo hice para construir su comunidad.
20 Pero temo que al llegar no los encuentre como deseo ni ustedes a mí como quisieran.
Temo encontrar rivalidades, envidias, pasiones, ambiciones, calumnias, murmuraciones, soberbia, desórdenes.
21 Temo que al llegar me vuelva a humillar Dios ante ustedes y tenga que guardar luto por tantos que persisten en sus pecados, sin arrepentirse de la impureza, fornicación y desenfreno en que viven.



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