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Carta a los Romanos
Capítulo 
1 |
En conclusión, no hay condena para los que pertenecen a Cristo Jesús.
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2 |
Porque la ley del Espíritu que da la vida, por medio de Cristo Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
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3 |
Lo que no podía hacer la ley, por la debilidad de la condición carnal, lo ha hecho Dios enviando a su Hijo, en condición semejante a la del hombre pecador para entendérselas con el pecado; en su carne ha condenado al pecado,
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para que la justa exigencia de la ley la cumpliéramos los que no procedemos movidos por bajos instintos, sino por el Espíritu.
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5 |
En efecto, los que se dejan guiar por los bajos instintos tienden a lo bajo; los que se dejan guiar por el Espíritu tienden a lo espiritual.
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6 |
Los bajos instintos tienden a la muerte, el Espíritu tiende a la vida y la paz.
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7 |
Porque la tendencia de los bajos instintos se opone a Dios; ya que no se someten a la ley de Dios ni pueden hacerlo;
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y los que se dejan arrastrar por ellos no pueden agradar a Dios.
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9 |
Pero ustedes no están animados por los bajos instintos, sino por el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece.
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10 |
Pero si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo muera por el pecado, el espíritu vivirá por la justicia.
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11 |
Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en ustedes, el que resucitó a Cristo de la muerte dará vida a sus cuerpos mortales, por el Espíritu suyo que habita en ustedes.
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12 |
Hermanos, no somos deudores de los bajos instintos para vivir a su manera.
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13 |
Porque, si viven de ese modo, morirán; pero, si con el Espíritu dan muerte a las bajas acciones, entonces vivirán.
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14 |
Todos los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
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15 |
Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos que nos permite llamar a Dios Abba, Padre.
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16 |
El Espíritu atestigua a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
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17 |
Si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios, coherederos con Cristo; si compartimos su pasión, compartiremos su gloria.
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18 |
Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que se ha de revelar en nosotros.
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19 |
La humanidad aguarda ansiosamente que se revelen los hijos de Dios.
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20 |
Ella fue sometida al fracaso, no voluntariamente, sino por imposición de otro; pero esta humanidad, tiene la esperanza
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de que será liberada de la esclavitud de la corrupción para obtener la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
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22 |
Sabemos que hasta ahora la humanidad entera está gimiendo con dolores de parto.
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23 |
Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos por dentro esperando la condición de hijos adoptivos, el rescate de nuestro cuerpo.
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24 |
Con esa esperanza nos han salvado. Una esperanza que ya se ve, no es esperanza; porque, lo que uno ve no necesita esperarlo.
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25 |
Pero, si esperamos lo que no vemos, aguardamos con paciencia.
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26 |
De ese modo el Espíritu nos viene a socorrer en nuestra debilidad. Aunque no sabemos pedir como es debido, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no se pueden expresar.
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27 |
Y el que sondea los corazones sabe lo que pretende el Espíritu cuando suplica por los consagrados de acuerdo con la voluntad de Dios.
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28 |
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que le aman, de los llamados según su designio.
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29 |
A los que escogió de antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo, de modo que fuera él el primogénito de muchos hermanos.
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30 |
A los que había destinado los llamó, a los que llamó los hizo justos, a los que hizo justos los glorificó.
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31 |
Teniendo en cuenta todo esto, ¿qué podemos decir? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra?
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32 |
El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a regalar todo lo demás con él?
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33 |
¿Quién acusará a los que Dios eligió? Si Dios absuelve,
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34 |
¿quién condenará? ¿Será acaso Cristo Jesús, el que murió y después resucitó y está a la diestra de Dios y suplica por nosotros?
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35 |
¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada?
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36 |
Como dice el texto: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte, nos tratan como a ovejas destinadas al matadero.
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En todas esas circunstancias salimos más que vencedores gracias al que nos amó.
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Estoy seguro que ni muerte ni vida, ni ángeles ni potestades, ni presente ni futuro, ni poderes
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ni altura ni hondura, ni criatura alguna nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.
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