 Volver Carta a los Romanos
Capítulo 
| 1 |
Hermanos, lo que deseo de corazón, lo que pido a Dios por ellos es que se salven.
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| 2 |
Doy testimonio a su favor de que sienten fervor por Dios, aunque mal entendido.
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Porque no reconociendo la justicia de Dios y queriendo afirmar la propia, no se sometieron a la justicia de Dios.
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Ya que el fin de la ley es Cristo, para la justificación de todos los que creen.
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Refiriéndose a la justicia de la ley, Moisés escribe: El que la cumpla vivirá por ella.
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En cambio, la justicia que nace de la fe habla así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo?, es decir, con la idea de hacer bajar a Cristo;
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o: ¿Quién bajará al abismo?, es decir, con la idea de hacer subir a Cristo de entre los muertos.
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Pero, ¿qué es lo que dice la justicia? La palabra está cerca de ti, en tu boca y tú corazón. Se refiere a la palabra de la fe que proclamamos:
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si confiesas con la boca que Jesús es Señor, si crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás.
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Con el corazón creemos para ser justos, con la boca confesamos para obtener la salvación.
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Así lo afirma la Escritura: Quien cree en él no quedará confundido.
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Ya no hay diferencia entre judíos y griegos; porque es el mismo, el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan.
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Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
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Pero, ¿cómo lo invocarán si no han creído en él? ¿Cómo creerán si no han oído hablar de él? ¿Cómo oirán si nadie les anuncia?
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¿Cómo anunciarán si no los envían? Como está escrito: ¡Qué hermosos son los pasos de los mensajeros de buenas noticias!
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Sólo que no todos responden a la Buena Noticia. Isaías dice: Señor, ¿quién creyó nuestro anuncio?
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La fe nace de la predicación, y lo que se proclama es el mensaje de Cristo.
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Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron? Desde luego que sí: Por toda la tierra se extiende su voz, y sus palabras llegan hasta los confines del mundo.
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Insisto: ¿y no lo entendió Israel? Ya lo dijo Moisés: Les daré celos con un pueblo ilusorio, los provocaré con una nación insensata.
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E Isaías se atreve a decir: Me encontraron los que no me buscaban, me presenté a los que no preguntaban por mí.
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| 21 |
De Israel, en cambio dice: Todo el día tenía las manos extendidas hacia un pueblo rebelde y desafiante.
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