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Juan




Capítulo

Sana a un ciego de nacimiento

1 Al pasar vio un hombre ciego de nacimiento.
2 Los discípulos le preguntaron:
—Maestro, ¿quién pecó para que naciera ciego? ¿Él o sus padres?
3 Jesús contestó:
—Ni él pecó ni sus padres; ha sucedido así para que se muestre en él la obra de Dios.
4 Mientras es de día, tienen que trabajar en las obras del que me envió. Llegará la noche, cuando nadie puede trabajar.
5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
6 Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo puso en los ojos
7 y le dijo:
—Ve a lavarte a la piscina de Siloé –que significa enviado–.
Fue, se lavó y al regresar ya veía.
8 Los vecinos y los que antes lo habían visto pidiendo limosna comentaban:
—¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?
9 Unos decían:
—Es él.
Otros decían:
—No es, sino que se le parece.
Él respondía:
—Soy yo.
10 Así que le preguntaron:
—¿Cómo pues se te abrieron los ojos?
11 Contestó:
—Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo que fuera a lavarme a la fuente de Siloé. Fui, me lavé y recobré la vista.
12 Le preguntaron:
—¿Dónde está él?
Responde:
—No sé.
13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego
14 –era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos–.
15 Los fariseos le preguntaron otra vez cómo había recobrado la vista. Les respondió:
—Me aplicó barro a los ojos, me lavé, y ahora veo.
16 Algunos fariseos le dijeron:
—Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no observa el sábado.
Otros decían:
—¿Cómo puede un pecador hacer tales milagros?
Y estaban divididos.
17 Preguntaron de nuevo al ciego:
—Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?
Contestó:
—Que es profeta.
18 Los judíos no terminaban de creer que había sido ciego y había recobrado la vista; así que llamaron a los padres del que había recobrado la vista
19 y les preguntaron:
—¿Es éste su hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
20 Contestaron sus padres:
—Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego;
21 pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos; quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él, que es mayor de edad y puede dar razón de sí
22 –sus padres dijeron esto por temor a los judíos; porque los judíos ya habían decidido que quien lo confesara como Mesías sería expulsado de la sinagoga.
23 Por eso dijeron los padres que tenía edad y que le preguntaran a él–.
24 Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron:
—Da gloria a Dios. A nosotros nos consta que aquél es un pecador.
25 Les contestó:
—Si es pecador, no lo sé; de una cosa estoy seguro, que yo era ciego y ahora veo.
26 Le preguntaron de nuevo:
—¿Cómo te abrió los ojos?
27 Les contestó:
—Ya lo he dicho y no me creyeron; ¿para qué quieren oírlo de nuevo? ¿No será que también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?
28 Lo insultaron diciendo:
—¡Tú serás discípulo de ese hombre nosotros somos discípulos de Moisés!
29 Sabemos que Dios le habló a Moisés; en cuanto a ése, no sabemos de dónde viene.
30 Les respondió:
—Eso es lo extraño, que ustedes no saben de dónde viene y a mí me abrió los ojos.
31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que escucha al que es piadoso y cumple su voluntad.
32 Jamás se oyó contar que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
33 Si ese hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada.
34 Le contestaron:
—Tú naciste lleno de pecado, ¿y quieres darnos lecciones?
Y lo expulsaron.
35 Oyó Jesús que lo habían expulsado y, cuando lo encontró, le dijo:
—¿Crees en el Hijo del Hombre?
36 Contestó:
—¿Quién es, Señor, para que crea en él?
37 Jesús le dijo:
—Lo has visto: es el que está hablando contigo.
38 Respondió:
—Creo, Señor.
Y se postró ante él.
39 Jesús dijo:
—He venido a este mundo para un juicio, para que los ciegos vean y los que vean queden ciegos.
40 Algunos fariseos que se encontraban con él preguntaron:
—Y nosotros, ¿estamos ciegos?
41 Les respondió Jesús:
—Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero, como dicen que ven, su pecado permanece.



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