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Juan
Capítulo 
1 |
Había un enfermo llamado Lázaro, de Betania, el pueblo de María y su hermana Marta.
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2 |
María era la que había ungido al Señor con perfumes y le había secado los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro estaba enfermo.
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3 |
Las hermanas le enviaron un mensaje: —Señor, tu amigo está enfermo.
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4 |
Al oírlo, Jesús comentó: —Esta enfermedad no ha de terminar en la muerte; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
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5 |
Jesús era amigo de Marta, de su hermana y de Lázaro.
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6 |
Sin embargo cuando oyó que estaba enfermo, prolongó su estadía dos días en el lugar.
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7 |
Después dice a los discípulos: —Vamos a volver a Judea.
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8 |
Le dicen los discípulos: —Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y quieres volver allá?
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9 |
Jesús les contestó: —¿No tiene el día doce horas? Quien camina de día no tropieza porque ve la luz de este mundo;
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quien camina de noche tropieza porque no tiene luz.
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11 |
Dicho esto, añadió: —Nuestro amigo Lázaro está dormido; voy a despertarlo.
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12 |
Contestaron los discípulos: —Señor, si está dormido, sanará.
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13 |
Pero Jesús se refería a su muerte, mientras que ellos creyeron que se refería al sueño.
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14 |
Entonces Jesús les dijo abiertamente: —Lázaro ha muerto.
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15 |
Y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Vayamos a verlo.
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16 |
Tomás –que significa mellizo– dijo a los demás discípulos: —Vamos también nosotros a morir con él.
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17 |
Cuando Jesús llegó, encontró que llevaba cuatro días en el sepulcro.
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18 |
Betania queda cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros.
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19 |
Muchos judíos habían ido a visitar a Marta y María para darles el pésame por la muerte de su hermano.
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20 |
Cuando Marta oyó que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
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21 |
Marta dijo a Jesús: —Si hubieras estado aquí, Señor, mi hermano no habría muerto.
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22 |
Pero yo sé que lo que pidas, Dios te lo concederá.
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23 |
Le dice Jesús: —Tu hermano resucitará.
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24 |
Le dice Marta: —Sé que resucitará en la resurrección del último día.
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25 |
Jesús le contestó: —Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá;
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y quien vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Lo crees?
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27 |
Le contestó: —Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.
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28 |
Dicho esto, se fue, llamó en privado a su hermana María y le dijo: —El Maestro está aquí y te llama.
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29 |
Al oírlo, se levantó rápidamente y se dirigió hacia él.
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30 |
Jesús no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde lo encontró Marta.
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31 |
Los judíos que estaban con ella en la casa consolándola, al ver que María se levantaba de repente y salía, fueron detrás de ella, pensando que iba al sepulcro a llorar allí.
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32 |
Cuando María llegó adonde estaba Jesús, al verlo, cayó a sus pies y le dijo: —Si hubieras estado aquí, Señor, mi hermano no habría muerto.
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33 |
Jesús al ver llorar a María y también a los judíos que la acompañaban, se estremeció por dentro
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34 |
y dijo muy conmovido: —¿Dónde lo han puesto? Le dicen: —Ven, Señor, y lo verás.
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35 |
Jesús se echó a llorar.
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Los judíos comentaban: —¡Cómo lo quería!
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37 |
Pero algunos decían: —El que abrió los ojos al ciego, ¿no pudo impedir que éste muriera?
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38 |
Jesús, estremeciéndose de nuevo, se dirigió al sepulcro. Era una caverna con una piedra adelante.
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39 |
Jesús dice: —Retiren la piedra. Le dice Marta, la hermana del difunto: —Señor, huele mal, ya lleva cuatro días muerto.
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40 |
Le contesta Jesús: —¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?
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41 |
Retiraron la piedra. Jesús alzó la vista al cielo y dijo: —Te doy gracias, Padre, porque me has escuchado.
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42 |
Yo sé que siempre me escuchas, pero lo he dicho por la gente que me rodea, para que crean que tú me enviaste.
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43 |
Dicho esto, gritó con fuerte voz: —Lázaro, sal afuera.
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44 |
Salió el muerto con los pies y las manos sujetos con vendas y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: —Desátenlo para que pueda caminar.
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45 |
Muchos judíos que habían ido a visitar a María y vieron lo que hizo creyeron en él.
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46 |
Pero algunos fueron y contaron a los fariseos lo que había hecho Jesús.
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(cfr. Mt 26,1-5; Mc 14,1s; Lc 22,1s)
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47 |
Los sumos sacerdotes y los fariseos reunieron entonces el Consejo y dijeron: —¿Qué hacemos? Este hombre está haciendo muchos milagros.
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48 |
Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, entonces vendrán los romanos y nos destruirán el santuario y la nación.
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49 |
Uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: —No entienden nada.
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¿No ven que es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que muera toda la nación?
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No lo dijo por cuenta propia, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús moriría por la nación.
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Y no sólo por la nación, sino para reunir en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
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Así, a partir de aquel día, resolvieron darle muerte.
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54 |
Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se marchó a una región próxima al desierto, a un pueblo llamado Efraín, y se quedó allí con los discípulos.
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55 |
Se acercaba la Pascua judía y muchos subían del campo a Jerusalén para purificarse antes de la fiesta.
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56 |
Buscaban a Jesús y, de pie en el templo, comentaban entre sí: —¿Qué les parece? ¿Vendrá a la fiesta o no?
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57 |
Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes para que quien conociese su paradero lo denunciase, de modo que pudieran arrestarlo.
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