Volver

Lucas




Capítulo

Misión de los Doce

(Mc 6,7-13)
1 Convocó a los Doce y les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades.
2 Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar enfermos.
3 Les dijo:
—No lleven nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero, ni dos túnicas.
4 En la casa en que entren permanezcan hasta que se vayan.
5 Si no los reciben, al salir de la ciudad sacudan el polvo de los pies como prueba contra ellos.
6 Cuando salieron, recorrieron los pueblos anunciando la Buena Noticia y sanando enfermos por todas partes.

El interés de Herodes

(Mt 14,1s; Mc 6,14-16)
7 Herodes se enteró de todo lo sucedido y estaba desconcertado; porque unos decían que era Juan resucitado de entre los muertos,
8 otros que era Elías aparecido, otros que había surgido un profeta de los antiguos.
9 Herodes comentaba:
—A Juan yo lo hice decapitar. ¿Quién será éste de quien oigo tales cosas? Y deseaba verlo.

Da de comer a cinco mil

(Mt 14,13-22; Mc 6,30-45; cfr. Jn 6,1-15)
10 Los apóstoles volvieron y le contaron todo lo que habían hecho. Él los tomó aparte y se retiró por su cuenta a una ciudad llamada Betsaida.
11 Pero la multitud se enteró y le siguió. Él los recibió y les hablaba del reino de Dios y sanaba a los que lo necesitaban.
12 Como caía la tarde, los Doce se acercaron a decirle:
—Despide a la gente para que vayan a los pueblos y campos de los alrededores y busquen hospedaje y comida; porque aquí estamos en un lugar despoblado.
13 Les contestó:
—Denle ustedes de comer.
Ellos contestaron:
—No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros a comprar comida para toda esa gente.
14 –Los varones eran unos cinco mil–. Él dijo a los discípulos:
—Háganlos sentar en grupos de cincuenta.
15 Así lo hicieron y se sentaron todos.
16 Entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, los bendijo, los partió y se los fue dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente.
17 Comieron todos y quedaron satisfechos, y recogieron los trozos sobrantes en doce canastas.

Confesión de Pedro

(Mt 16,13-20; Mc 8,27-30; cfr. Jn 6,67-71)
18 Estando él una vez orando a solas, se le acercaron los discípulos y él los interrogó:
—¿Quién dice la multitud que soy yo?
19 Contestaron:
—Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha surgido un profeta de los antiguos.
20 Les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Respondió Pedro:
—Tú eres el Mesías de Dios.
21 Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

Primer anuncio de la pasión y resurrección

(Mt 16,21-28; Mc 8,31—9,1)
22 Y añadió:
—El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, tiene que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Condiciones para ser discípulo

(Mt 16,24-28; Mc 8,34–9,1)
23 Y a todos les decía:
—El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame.
24 El que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará.
25 ¿De que le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él?
26 Si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria, la de su Padre y de los santos ángeles.
27 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no sufrirán la muerte antes de ver el reino de Dios.

Transfiguración de Jesús

(Mt 17,1-9; Mc 9,2-10)
28 Ocho días después de estos discursos, tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió a una montaña a orar.
29 Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y su ropa resplandecía de blancura.
30 De pronto dos hombres hablaban con él: eran Moisés y Elías,
31 que aparecieron gloriosos y comentaban la partida de Jesús que se iba a consumar en Jerusalén.
32 Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño. Al despertar, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
33 Cuando éstos se retiraron, dijo Pedro a Jesús:
—Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres chozas: una para ti, una para Moisés y una para Elías –no sabía lo que decía–.
34 Apenas lo dijo, vino una nube que les hizo sombra. Al entrar en la nube, se asustaron.
35 Y se escuchó una voz que decía desde la nube:
—Éste es mi Hijo elegido. Escúchenlo.
36 Al escucharse la voz, se encontraba Jesús solo. Ellos guardaron silencio y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.

Sana a un niño epiléptico

(Mt 17,14-18; Mc 9,14-27)
37 El día siguiente, al bajar ellos de la montaña, les salió al encuentro un gran gentío.
38 Un hombre del gentío gritó:
—Maestro, te ruego que te fijes en mi hijo, que es único.
39 Un espíritu lo agarra, de repente grita, lo retuerce, lo hace echar espuma por la boca y a duras penas se aparta dejándolo molido.
40 He pedido a tus discípulos que lo expulsen y no han sido capaces.
41 Jes ús contestó:
—¡Qué generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Trae acá a tu hijo.
42 El muchacho se estaba acercando cuando el demonio lo tiró al suelo y lo retorció. Jesús increpó al espíritu inmundo, sanó al muchacho y se lo entregó a su padre.

Segundo anuncio de la pasión y resurrección

(Mt 17,22s; Mc 9,30-32)
43 Y todos se maravillaron de la grandeza de Dios. Como todos se admiraban de lo que hacía, dijo a sus discípulos:
44 —Presten atención a estas palabras: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de hombres.
45 Pero ellos no entendían este asunto; su sentido les resultaba encubierto; pero no se atrevían a hacerle preguntas respecto a esto.

¿Quién es el más importante?

(Mt 18,1-5; Mc 9,33-37)
46 Surgió una discusión entre ellos sobre quién era el más grande.
47 Jesús, sabiendo lo que pensaban, acercó un niño, lo colocó junto a sí
48 y les dijo:
—Quien recibe a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y quien me recibe a mí recibe al que me envió. El más pequeño de todos ustedes, ése es el mayor.

El exorcista anónimo

(Mc 9,38-40)
49 Juan le dijo:
—Maestro, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no sigue con nosotros.
50 Jesús respondió:
—No se lo impidan. Quien no está contra ustedes está con ustedes. Camino de Jerusalén
51 Cuando se iba cumpliendo el tiempo de que se lo llevaran al cielo, emprendió decidido el viaje hacia Jerusalén,
52 y envió por delante unos mensajeros. Ellos fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle alojamiento.
53 Pero éstos no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
54 Al ver esto, Juan y Santiago, sus discípulos, dijeron:
—Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo del cielo y acabe con ellos?
55 Él se volvió y los reprendió.
56 Y se fueron a otro pueblo.

Exigencias del seguimiento

(Mt 8,19-22)
57 Mientras iban de camino, uno le dijo:
—Te seguiré adonde vayas.
58 Jesús le contestó:
—Las zorras tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
59 A otro le dijo:
—Sígueme.
Le contestó:
—Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre.
60 Le dijo:
—Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el reino de Dios.
61 Otro le dijo:
—Te seguiré, Señor, pero primero déjame despedirme de mi familia.
62 Jesús le dijo:
—El que ha puesto la mano en el arado y mira atrás no es apto para el reino de Dios.



Volver

E-mail: administrador@mibiblia.cl / Wathsapp: +56 9 5938 8310
Dirección: Temuco, IX Región
Diseño y Programación de Oso Cebado