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Lucas
Capítulo 
1 |
Un sábado cuando atravesaba unos campos de trigo, sus discípulos arrancaban espigas, las frotaban con las manos y comían el grano.
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2 |
Unos fariseos les dijeron: —¿Por qué hacen en sábado una cosa prohibida?
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3 |
Jesús les contestó: —¿No han leído lo que hizo David con sus compañeros cuando estaban hambrientos?
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4 |
Entró en la casa de Dios, tomó los panes consagrados, que pueden comer sólo los sacerdotes, comió y los compartió con sus compañeros.
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5 |
Y añadió: —El Hijo del Hombre es Señor del sábado.
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6 |
Otro sábado entró en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
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7 |
Los letrados y los fariseos lo espiaban para ver si sanaba en sábado, para tener algo de qué acusarlo.
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8 |
Él, leyendo sus pensamientos, dijo al hombre de la mano paralizada: —Levántate y ponte de pie en medio. Él se puso en pie.
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9 |
Después se dirigió a ellos: —Yo les pregunto qué está permitido en sábado: ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
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10 |
Después, dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: —Extiende la mano. Lo hizo y la mano quedó sana.
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11 |
Ellos se pusieron furiosos y discutían qué hacer con Jesús.
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12 |
Por aquel tiempo subió a una montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios.
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13 |
Cuando se hizo de día, llamó a los discípulos, eligió entre ellos a doce y los llamó apóstoles:
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14 |
Simón, a quien llamó Pedro; Andrés, su hermano; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé;
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15 |
Mateo y Tomás; Santiago hijo de Alfeo y Simón el rebelde;
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16 |
Judas hijo de Santiago y Judas Iscariote, el traidor.
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Una gran multitud se le acerca
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17 |
Bajó con ellos y se detuvo en un llano. Había un gran número de discípulos y un gran gentío del pueblo, venidos de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y Sidón,
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18 |
para escucharlo y sanarse de sus enfermedades. Los atormentados por espíritus inmundos quedaban sanos,
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19 |
y toda la gente intentaba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
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Sermón del llano: dichosos y desdichados
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20 |
Dirigiendo la mirada a los discípulos, les decía: Felices los pobres, porque el reino de Dios les pertenece.
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21 |
Felices los que ahora pasan hambre, porque serán saciados. Felices los que ahora lloran, porque reirán.
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22 |
Felices cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y desprecien su nombre a causa del Hijo del Hombre.
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23 |
Alégrense y llénense de gozo, porque el premio en el cielo es abundante. Del mismo modo los padres de ellos trataron a los profetas.
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24 |
Pero, ¡ay de ustedes, los ricos!, porque ya tienen su consuelo.
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25 |
¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados!, porque pasarán hambre. ¡Ay de los que ahora ríen!, porque llorarán y harán duelo.
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26 |
¡Ay de ustedes cuando todos los alaben! Del mismo modo los padres de ellos trataron a los falsos profetas.
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27 |
A ustedes que me escuchan yo les digo: —Amen a sus enemigos, traten bien a los que los odian;
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28 |
bendigan a los que los maldicen, recen por los que los injurian.
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29 |
Al que te golpee en una mejilla, ofrécele la otra, al que te quite el manto no le niegues la túnica;
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30 |
da a todo el que te pide, al que te quite algo no se lo reclames.
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31 |
Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes.
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32 |
Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a sus amigos.
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33 |
Si hacen el bien a los que les hacen el bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores lo hacen.
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34 |
Si prestan algo a los que les pueden retribuir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan para recobrar otro tanto.
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35 |
Por el contrario amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Así será grande su recompensa y serán hijos del Altísimo, que es generoso con ingratos y malvados.
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36 |
Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes.
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37 |
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados.
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38 |
Den y se les dará: recibirán una medida generosa, apretada, sacudida y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos.
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39 |
Y añadió una comparación: —¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?
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40 |
El discípulo no es más que el maestro; cuando haya sido instruido, será como su maestro.
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41 |
¿Por qué te fijas en la pelusa que está en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo?
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42 |
¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacarte la pelusa de tu ojo, cuando no ves la viga del tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver claramente para
sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
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El árbol y sus frutos — Roca y arena
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43 |
No hay árbol sano que dé fruto podrido, ni árbol podrido que dé fruto sano.
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44 |
Cada árbol se reconoce por sus frutos. No se cosechan higos de los cardos ni se vendimian uvas de los espinos.
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45 |
El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro bueno del corazón; el malo saca lo malo de la maldad. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
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46 |
¿Por qué me llaman: ¡Señor, Señor!, si no hacen lo que les digo?
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47 |
Les voy a explicar a quién se parece el que acude a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica.
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48 |
Se parece a uno que iba a construir una casa: cavó, ahondó y colocó un cimiento sobre la roca. Vino una crecida, el caudal se precipitó contra la casa, pero no pudo sacudirla porque estaba bien construida.
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49 |
En cambio, el que escucha y no las pone en práctica se parece a uno que construyó la casa sobre la arena, sin cimiento. Se precipitó el caudal y la casa se derrumbó. Y fue una ruina colosal.
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