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Lucas
Capítulo 
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Parábola de la oveja perdida
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1 |
Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a escuchar.
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2 |
Los fariseos y los doctores murmuraban: —Éste recibe a pecadores y come con ellos.
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3 |
Él les contestó con la siguiente parábola:
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4 |
—Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va a buscar la extraviada hasta encontrarla?
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5 |
Al encontrarla, se la echa a los hombros contento,
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6 |
se va a casa, llama a amigos y vecinos y les dice: Alégrense conmigo, porque encontré la oveja perdida.
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7 |
Les digo que, de la misma manera habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesiten arrepentirse.
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Parábola de la moneda perdida
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8 |
Si una mujer tiene diez monedas y pierde una, ¿no enciende una lámpara, barre la casa y busca con mucho cuidado hasta encontrarla?
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9 |
Al encontrarla, llama a las amigas y vecinas y les dice: Alégrense conmigo, porque encontré la moneda perdida.
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10 |
Les digo que lo mismo se alegrarán los ángeles de Dios por un pecador que se arrepienta.
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Parábola del hijo pródigo
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11 |
Añadió: —Un hombre tenía dos hijos.
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12 |
El menor dijo al padre: Padre, dame la parte de la fortuna que me corresponde. Él les repartió los bienes.
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13 |
A los pocos días, el hijo menor reunió todo y emigró a un país lejano, donde derrochó su fortuna viviendo una vida desordenada.
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14 |
Cuando gastó todo, sobrevino una carestía grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad.
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15 |
Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, el cual lo envió a sus campos a cuidar cerdos.
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16 |
Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
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17 |
Entonces recapacitando pensó: A cuántos jornaleros de mi padre les sobra el pan mientras yo me muero de hambre.
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18 |
Me pondré en camino a casa de mi padre y le diré: He pecado contra Dios y te he ofendido;
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19 |
ya no merezco llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tus jornaleros.
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20 |
Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó.
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21 |
El hijo le dijo: —Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco llamarme hijo tuyo.
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22 |
Pero el padre dijo a sus sirvientes: —Enseguida, traigan el mejor vestido y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
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23 |
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Celebremos un banquete.
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24 |
Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado. Y empezaron la fiesta.
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25 |
El hijo mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyó música y danzas
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26 |
y llamó a uno de los sirvientes para informarse de lo que pasaba.
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27 |
Le contestó: —Es que ha regresado tu hermano y tu padre ha matado el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo.
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28 |
Irritado, se negaba a entrar. Su padre salió a rogarle que entrara.
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29 |
Pero él le respondió: —Mira, tantos años llevo sirviéndote, sin desobedecer una orden tuya, y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos.
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30 |
Pero, cuando ha llegado ese hijo tuyo, que ha gastado tu fortuna con prostitutas, has matado para él el ternero engordado.
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31 |
Le contestó: —Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo.
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32 |
Había que hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado.
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