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Lucas
Capítulo 
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(cfr. Mc 1,1; Jn 1,1-18; Hch 1,1-5)
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1 |
Ya que muchos emprendieron la tarea de relatar los sucesos que nos han acontecido,
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tal como nos lo transmitieron los primeros testigos presenciales y servidores de la palabra,
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3 |
también yo he pensado, ilustre Teófilo, escribirte todo por orden y exactamente, comenzando desde el principio;
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así comprenderás con certeza las enseñanzas que has recibido.
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Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista
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5 |
En tiempo de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías; su mujer era descendiente de Aarón y se llamaba Isabel.
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6 |
Los dos eran rectos a los ojos de Dios y vivían irreprochablemente de acuerdo con los mandatos y preceptos del Señor.
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7 |
No tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos eran de edad avanzada.
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Una vez que, con los de su grupo, oficiaba ante Dios,
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según el ritual sacerdotal, le tocó entrar en el santuario para ofrecer incienso.
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Mientras todo el pueblo quedaba fuera orando durante la ofrenda del incienso,
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se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso.
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Al verlo, Zacarías se asustó y quedó desconcertado.
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13 |
El ángel le dijo: —No temas, Zacarías, que tu petición ha sido escuchada, y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien llamarás Juan.
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14 |
Te llenará de gozo y alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento.
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15 |
Será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor. Estará lleno de Espíritu Santo desde el vientre materno
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y convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios.
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Irá por delante, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos, a los rebeldes con la sabiduría de los honrados; así preparará para el Señor un pueblo bien dispuesto.
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18 |
Zacarías respondió al ángel: —¿Qué garantía me das de eso? Porque yo soy anciano y mi mujer de edad avanzada.
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19 |
Le replicó el ángel: —Yo soy Gabriel, que sirvo a Dios en su presencia: me ha enviado a hablarte, a darte esta Buena Noticia.
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20 |
Pero mira, quedarás mudo y sin poder hablar hasta que eso se cumpla, por no haber creído mis palabras que se cumplirán a su debido tiempo.
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21 |
El pueblo aguardaba a Zacarías y se extrañaba de que se demorase en el santuario.
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22 |
Cuando salió, no podía hablar, y ellos adivinaron que había tenido una visión en el santuario. Él les hacía señas y seguía mudo.
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23 |
Cuando terminó el tiempo de su servicio, volvió a casa.
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24 |
Algún tiempo después concibió Isabel su mujer, y se quedó escondida cinco meses, en ese tiempo pensaba:
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—Así me ha tratado el Señor cuando dispuso que terminara mi humillación pública.
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Anuncio del nacimiento de Jesús
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26 |
El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
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a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María.
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Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: —Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
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Al oírlo, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué clase de saludo era aquél.
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El ángel le dijo: —No temas, María, que gozas del favor de Dios.
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31 |
Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús.
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32 |
Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
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para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reino no tenga fin.
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34 |
María respondió al ángel: —¿Cómo sucederá eso si no convivo con un hombre?
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El ángel le respondió: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios.
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36 |
Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses.
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Pues nada es imposible para Dios.
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Respondió María: —Yo soy la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue.
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39 |
Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea.
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40 |
Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
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41 |
Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo,
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exclamó con voz fuerte: —Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
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43 |
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
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44 |
Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre.
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45 |
¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció.
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María dijo: Mi alma canta la grandeza del Señor,
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mi espíritu festeja a Dios mi salvador,
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porque se ha fijado en la humillación de su esclava y en adelante me felicitarán todas las generaciones.
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49 |
Porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí, su nombre es santo.
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50 |
Su misericordia con sus fieles se extiende de generación en generación.
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51 |
Despliega la fuerza de su brazo, dispersa a los soberbios en sus planes,
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52 |
derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes,
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colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.
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54 |
Socorre a Israel, su siervo, recordando la lealtad,
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prometida a nuestros antepasados, en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.
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56 |
María se quedó con ella tres meses y después se volvió a casa.
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Nacimiento de Juan el Bautista
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Cuando a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, dio a luz un hijo.
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Los vecinos y parientes, al enterarse de que el Señor la había tratado con tanta misericordia, se alegraron con ella.
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Al octavo día fueron a circuncidarlo y querían llamarlo como su padre, Zacarías.
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Pero la madre intervino: —No; se tiene que llamar Juan.
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Le decían que nadie en la parentela llevaba ese nombre.
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Preguntaron por señas al padre qué nombre quería darle.
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Pidió una pizarra y escribió: Su nombre es Juan. Todos se asombraron.
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En ese instante se le soltó la boca y la lengua y se puso a hablar bendiciendo a Dios.
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Todos los vecinos quedaron asombrados; lo sucedido se contó por toda la serranía de Judea
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y los que lo oían reflexionaban diciéndose: —¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor lo acompañaba.
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Su padre Zacarías, lleno de Espíritu Santo, profetizó:
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Bendito el Señor, Dios de Israel, porque se ha ocupado de rescatar a su pueblo.
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Nos ha dado un poderoso Salvador en la Casa de David, su siervo,
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como había prometido desde antiguo por boca de sus santos profetas:
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para salvarnos de nuestros enemigos, y del poder de cuantos nos odian,
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manifestando su bondad a nuestros padres y recordando su alianza sagrada,
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lo que juró a nuestro padre Abrahán, que nos concedería,
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ya liberados del poder enemigo, lo sirvamos sin temor en su presencia,
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con santidad y justicia toda la vida.
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Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque caminarás delante del Señor, preparándole el camino;
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anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de los pecados.
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Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará desde lo alto un amanecer
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que ilumina a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte, que endereza nuestros pasos por un camino de paz.
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80 |
El niño crecía, se fortalecía espiritualmente y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó a Israel.
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