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Marcos




Capítulo

1 Y añadió:
—Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no sufrirán la muerte antes de que vean llegar el reino de Dios con poder.

Transfiguración de Jesús

(Mt 17,1-8; Lc 9,28-36)
2 Seis días más tarde tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada. Delante de ellos se transfiguró:
3 su ropa se volvió de una blancura resplandeciente, tan blanca como nadie en el mundo sería capaz de blanquearla.
4 Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús.
5 Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
—Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías
6 –No sabía lo que decía, porque estaban llenos de miedo–.
7 Entonces vino una nube que les hizo sombra, y salió de ella una voz:
—Éste es mi Hijo querido. Escúchenlo.
8 De pronto miraron a su alrededor y no vieron más que a Jesús solo con ellos.
9 Mientras bajaban de la montaña les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
10 Ellos cumplieron aquel encargo pero se preguntaban qué significaría resucitar de entre los muertos.

(Mt 17,10-12)
11 Y le preguntaron:
—¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías?
12 Él les respondió:
—Elías vendrá primero y restaurará todo. Pero, ¿por qué está escrito que el Hijo del Hombre ha de padecer mucho y ser despreciado?
13 Yo les digo que Elías ya vino y lo trataron a su antojo, tal como está escrito.

Sana a un niño epiléptico

(Mt 17,14-21; Lc 9,37-43a)
14 Cuando volvieron adonde estaban los discípulos, vieron un gran gentío y unos letrados discutiendo con ellos.
15 En cuanto la gente lo vio, quedaron sorprendidos y corrieron a saludarlo.
16 Él les preguntó:
—¿De qué están discutiendo?
17 Uno de la gente le contestó:
—Maestro, te he traído a mi hijo, poseído por un espíritu que lo deja mudo.
18 Cada vez que lo ataca, lo tira al suelo; él echa espuma por la boca, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo expulsaran y no han podido.
19 Él les contestó:
—¡Qué generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo.
20 Se lo llevaron; y, en cuanto el espíritu lo vio, sacudió con violencia al muchacho, que cayó a tierra y se revolcaba echando espuma por la boca.
21 Jesús preguntó al padre:
—¿Desde cuándo le sucede esto?
Contestó:
—Desde niño.
22 muchas veces incluso lo tira al agua o al fuego para acabar con él. Por eso, si puedes hacer algo, compadécete de nosotros y ayúdanos.
23 Jesús le respondió:
—¿Que si puedo? Todo es posible para quien cree.
24 Inmediatamente el padre del muchacho exclamó:
—Creo; pero socorre mi falta de fe.
25 Viendo Jesús que la gente se agolpaba sobre ellos, reprendió al espíritu inmundo:
—Espíritu sordo y mudo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas a entrar en él.
26 Dando un grito y sacudiéndolo fuertemente, salió. El muchacho quedó como un cadáver, tanto que muchos decían que estaba muerto.
27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y el muchacho se puso en pie.
28 Cuando Jesús entró en casa, los discípulos le preguntaban aparte:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
29 Respondió:
—Esa clase sólo sale a fuerza de oración.

Segundo anuncio de la pasión y resurrección

(Mt 17,22s; Lc 9,43b-45)
30 Desde allí fueron recorriendo Galilea, y no quería que nadie lo supiera.
31 A los discípulos les explicaba:
—El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de hombres que le darán muerte; después de morir, al cabo de tres días, resucitará.
32 Ellos, aunque no entendían el asunto, no se atrevían a preguntarle.

¿Quién es el más importante?

(Mt 18,1-5; Lc 9,46-48)
33 Llegaron a Cafarnaún y, ya en casa, les preguntó:
—¿De qué hablaban por el camino?
34 Se quedaron callados, porque por el camino habían estado discutiendo quién era el más importante
35 Se sentó, llamó a los Doce, y les dijo:
—El que quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.
36 Después llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos, lo acarició y les dijo:
37 —Quien reciba a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe. Quien me recibe a mí, no es a mí a quién recibe, sino al que me envió.

El exorcista anónimo

(Lc 9,49s)
38 Juan le dijo:
—Maestro, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo porque no nos sigue.
39 Jesús respondió:
—No se lo impidan. Aquel que haga un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí.
40 Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.

(Mt 10,42)
41 Quien les dé a beber un vaso de agua en atención a que ustedes son del Mesías les aseguro que no quedará sin recompensa.

Radicalidad ante el pecado

(Mt 18,6s; Lc 17,1s)
42 Si alguien lleva a pecar a uno de estos pequeños que creen [en mí], más le valdría que le atasen una piedra de molino en el cuello y lo arrojaran al mar.

(Mt 18,8s)
43 Si tu mano te lleva a pecar, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida que con las dos manos ir a parar al infierno, al fuego inextinguible.
44 Donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
45 Si tu pie te lleva a pecar, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida que con los dos pies ser arrojado al infierno.
46 Donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
47 Si tu ojo te lleva a pecar, sácatelo. Más te vale entrar con un solo ojo en el reino de Dios que con los dos ojos ser arrojado al infierno,
48 donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
49 Todos serán sazonados al fuego.

(cfr. Mt 5,13; Lc 14,34s)
50 La sal es buena; pero si la sal pierde el sabor, ¿con qué la sazonarán? Ustedes tengan sal y estén en paz con los demás.



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