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Marcos




Capítulo

Sobre la destrucción del Templo

(Mt 24,1s; Lc 21,5s)
1 Cuando salía del templo, le dijo uno de sus discípulos:
—Maestro, mira qué piedras y qué construcciones.
2 Jesús le contestó:
—¿Ven esos grandes edificios? Pues se derrumbarán sin que quede piedra sobre piedra.

Comienzo de los dolores

(Mt 24,3-8; Lc 21,7-11)
3 Estaba sentado en el monte de los Olivos, enfrente del templo. Pedro y Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte:
4 —¿Cuándo sucederá todo eso? ¿Cuál es la señal de que todo está para acabarse?
5 Jesús empezó a decirles:
—¡Cuidado, que nadie los engañe!
6 Se presentarán muchos en mi nombre diciendo: Soy yo, y engañarán a muchos.
7 Cuando oigan ruido de guerras y noticias de ellas, no se alarmen. Todo eso ha de suceder, pero todavía no es el final.
8 Porque se alzará pueblo contra pueblo, reino contra reino. Habrá terremotos en diversos lugares, habrá carestías. Es el comienzo de los dolores de parto.

(Mt 10,17s; Lc 21,12s)
9 Ocúpense de ustedes mismos. Los entregarán a los tribunales, los apalearán en las sinagogas, y por mi causa comparecerán ante magistrados y reyes para dar testimonio ante ellos.

(Mt 24,14)
10 Pero antes se ha de anunciar en todas las naciones la Buena Noticia.

(Mt 10,19s; Lc 12,11s)
11 Cuando los conduzcan para entregarlos, no se preocupen por lo que tendrán que decir; lo que Dios les inspire en aquel momento es lo que dirán. Porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu Santo.

(Mt 10,21s)
12 Un hermano entregará a su hermano a la muerte, un padre a su hijo; se levantarán hijos contra padres y les darán muerte.
13 Serán odiados por todos a causa de mi nombre. Pero el que aguante hasta el final se salvará.

La gran tribulación

(Mt 24,15-22; Lc 21,20-24)
14 Cuando vean el ídolo abominable instalado donde no debe –el lector que lo entienda–, entonces los que viven en Judea que escapen a los montes.
15 El que esté en la azotea no baje ni entre en casa a recoger algo;
16 el que se encuentre en el campo no vuelva a buscar el manto.
17 ¡Ay de las embarazadas y de las que tengan niños de pecho en aquellos días!
18 Recen para que no suceda en invierno.
19 Aquellos días habrá una tribulación tan grande como no la hubo desde que Dios creó el mundo hasta ahora, ni la habrá en el futuro.
20 Y si el Señor no abreviara aquella etapa, no se salvaría ni uno. Pero, acortará esos días a causa de los que quiere salvar.

(Mt 24,23-25)
21 Entonces, si alguien les dice que el Mesías está aquí o allí, no le crean.
22 Porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, que harán milagros y prodigios, hasta el punto de engañar, si fuera posible, a los elegidos.
23 Ustedes estén atentos, que yo los he prevenido de todo.

La parusía

(Mt 24,29-31; Lc 21,25-28)
24 En aquellos días, después de esa tribulación el sol se oscurecerá, la luna no irradiará su resplandor,
25 las estrellas caerán del cielo y los ejércitos celestes temblarán.
26 Entonces verán llegar al Hijo del Hombre entre nubes, con gran poder y gloria.
27 Y enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos desde los cuatros vientos, de un extremo de la tierra a un extremo del cielo.

El ejemplo de la higuera

(Mt 24,32-35; Lc 21,29-33)
28 Aprendan del ejemplo de la higuera: cuando las ramas se ablandan y brotan las hojas, saben que está cerca la primavera.
29 Lo mismo ustedes, cuando vean suceder aquello, sepan que el fin está cerca, a las puertas.
30 Les aseguro que no pasará esta generación antes de que suceda todo eso.
31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Sobre el día y la hora

(Mt 24,36)
32 En cuanto al día y la hora, no los conoce nadie, ni los ángeles en el cielo, ni el hijo; sólo los conoce el Padre.

(Mt 25,13)
33 ¡Estén atentos y despiertos, porque no conocen el día ni la hora!

(cfr. Mt 25,14)
34 Será como un hombre que se va de su casa y se la encarga a sus sirvientes, distribuye las tareas, y al portero le encarga que vigile.

(cfr. Mt 24,42; Lc 12,36-38)
35 Así pues, estén atentos porque no saben cuándo va a llegar el dueño de casa, si al anochecer o a medianoche o al canto del gallo o de mañana;
36 que, al llegar de repente, no los sorprenda dormidos.
37 Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: ¡Estén atentos!



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