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Marcos
Capítulo 
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Entrada triunfal en Jerusalén
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(Mt 21,1-11; Lc 19,29-40; cfr. Jn 12,12-19)
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1 |
Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, envió a dos discípulos
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diciéndoles: —Vayan al pueblo de enfrente y, al entrar, encontrarán un burrito atado, que aún nadie ha montado. Desátenlo y tráiganlo.
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3 |
Y si alguien les pregunta por qué hacen eso, le dirán que le hace falta al Señor y que se lo devolverá muy pronto.
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4 |
Fueron y encontraron el burrito atado junto a una puerta, por fuera, en la calle. Lo soltaron.
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5 |
Algunos de los allí presentes les dijeron: —¿Por qué sueltan el burrito?
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Contestaron como les había encargado Jesús, y les permitieron llevarlo.
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7 |
Llevaron el burrito a Jesús, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó.
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8 |
Muchos alfombraban el camino con sus mantos, otros con ramos cortados en el campo.
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9 |
Los que iban delante y detrás gritaban: ¡Hosana! Bendito el que viene en nombre del Señor.
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10 |
Bendito el reino de nuestro padre David que llega. ¡Hosana en las alturas!
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11 |
Entró en Jerusalén y se dirigió al templo. Después de inspeccionarlo todo, como era tarde, volvió con los Doce a Betania.
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12 |
Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre.
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13 |
Al ver de lejos una higuera frondosa, se acercó para ver si encontraba algo; pero no encontró más que hojas, pues no era el tiempo de los higos.
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14 |
Entonces le dijo: —Nunca jamás nadie coma frutos tuyos. Los discípulos lo estaban escuchando.
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(Mt 21,12-17; Lc 19,45-48; cfr. Jn 2,13-16)
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15 |
Llegaron a Jerusalén y, entrando en el templo, se puso a echar a los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas,
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16 |
y no dejaba a nadie transportar objetos por el templo.
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17 |
Y les explicó: —Está escrito: Mi casa será casa de oración para todas las naciones/i>; en cambio ustedes la han convertido en cueva de asaltantes.
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18 |
Lo oyeron los sumos sacerdotes y los letrados y buscaban la forma de acabar con él; pero le tenían miedo, porque toda la gente admiraba su enseñanza.
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19 |
Cuando anocheció, salió de la ciudad.
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20 |
Por la mañana, pasando junto a la higuera, vieron que se había secado de raíz.
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21 |
Pedro se acordó y le dijo: —Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
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22 |
Jesús le respondió: —Tengan fe en Dios.
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23 |
Les aseguro que si uno, sin dudar en su corazón, sino creyendo que se cumplirá lo que dice, manda a ese monte que se quite de ahí y se tire al mar, lo conseguirá.
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24 |
Por tanto les digo que, cuando oren pidiendo algo, crean que se les concederá, y así sucederá.
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25 |
Cuando se pongan a orar, perdonen lo que tengan contra otros, y el Padre del cielo perdonará sus culpas.
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26 |
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre del cielo los perdonará a ustedes.
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27 |
Volvieron a Jerusalén y, mientras caminaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos
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28 |
y le dijeron: —¿Con qué autoridad haces eso? ¿Quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?
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29 |
Jesús respondió: —Les haré una pregunta, si ustedes me responden yo les diré con qué autoridad lo hago.
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30 |
El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de los hombres? Respóndanme.
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31 |
Ellos discutían entre sí: Si afirmamos que del cielo, nos dirá que, por qué no le creímos.
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32 |
¿Vamos a decir que de los hombres? –Tenían miedo a la gente, porque todos consideraban a Juan un profeta auténtico–.
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33 |
Así que respondieron: —No sabemos. Y Jesús les dijo: —Entonces yo tampoco les digo con qué autoridad lo hago.
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