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Mateo




Capítulo

El juicio a los demás

(Lc 6,37s)
1 No juzguen y no serán juzgados.
2 Del mismo modo que ustedes juzguen se los juzgará. La medida que usen para medir la usarán con ustedes.

(Lc 6,41s; cfr. Jn 8,1-11)
3 ¿Por qué te fijas en la pelusa que está en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo?
4 ¿Cómo te atreves a decir a tu hermano: Déjame sacarte la pelusa del ojo, mientras llevas una viga en el tuyo?
5 ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver claramente para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.

Las cosas santas

6 No tiren las cosas santas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.

Perseverancia en la oración

(Lc 11,9-13; cfr. Jn 14,13s)
7 Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá,
8 porque quien pide recibe, quien busca encuentra, a quien llama se le abrirá.
9 ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra?
10 ¿O si le pide pescado, le da una culebra?
11 Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más dará el Padre del cielo cosas buenas a los que se las pidan!

La regla de oro

(Lc 6,31)
12 Traten a los demás como quieren que los demás los traten. En esto consiste la ley y los profetas.

La puerta estrecha

(Lc 13,24; cfr. Sal 1)
13 Entren por la puerta estrecha; porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella.
14 ¡Qué estrecha es la puerta!, ¡qué angosto el camino que lleva a la vida!, y son pocos los que lo encuentran.

Todo árbol se conoce por su fruto

15 Cuídense de los falsos profetas que se acercan disfrazados de ovejas y por dentro son lobos rapaces.

(Lc 6,43s)
16 Por sus frutos los reconocerán. ¿Se cosechan uvas de los espinos o higos de los cardos?
17 Un árbol sano da frutos buenos, un árbol enfermo da frutos malos.
18 Un árbol sano no puede dar frutos malos ni un árbol enfermo puede dar frutos buenos.
19 El árbol que no dé frutos buenos será cortado y echado al fuego.
20 Así pues, por sus frutos los reconocerán.

No basta decir: ¡Señor, Señor!

(Lc 6,46)
21 No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo.

(cfr. Lc 13,25-27)
22 Cuando llegue aquel día, muchos me dirán: ¡Señor, Señor! ¿No hemos profetizado en tu nombre? ¿No hemos expulsado demonios en tu nombre? ¿No hemos hecho milagros en tu nombre?
23 Y yo entonces les declararé: Nunca los conocí; apártense de mí, ustedes que hacen el mal.

Roca y arena

(Lc 6,47-49)
24 Así pues, quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que construyó su casa sobre roca.
25 Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre la casa; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca.
26 Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a un hombre tonto que construyó su casa sobre arena.
27 Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos, golpearon la casa y ésta se derrumbó. Fue una ruina terrible.

(Mc 1,22; Lc 4,32)
28 Cuando Jesús terminó su discurso, la multitud estaba asombrada de su enseñanza;
29 porque les enseñaba con autoridad, no como sus letrados.



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