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Mateo
Capítulo 
1 |
No juzguen y no serán juzgados.
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2 |
Del mismo modo que ustedes juzguen se los juzgará. La medida que usen para medir la usarán con ustedes.
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(Lc 6,41s; cfr. Jn 8,1-11)
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3 |
¿Por qué te fijas en la pelusa que está en el ojo de tu hermano y no miras la viga
que hay en el tuyo?
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4 |
¿Cómo te atreves a decir a tu hermano: Déjame sacarte la pelusa del ojo, mientras llevas una viga en el tuyo?
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5 |
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver claramente para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
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6 |
No tiren las cosas santas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
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Perseverancia en la oración
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(Lc 11,9-13; cfr. Jn 14,13s)
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7 |
Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá,
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8 |
porque quien pide recibe, quien busca encuentra, a quien llama se le abrirá.
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9 |
¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra?
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10 |
¿O si le pide pescado, le da una culebra?
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11 |
Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más dará el Padre del cielo cosas buenas a los que se las pidan!
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12 |
Traten a los demás como quieren que los demás los traten. En esto consiste la ley
y los profetas.
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13 |
Entren por la puerta estrecha; porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella.
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14 |
¡Qué estrecha es la puerta!, ¡qué angosto el camino que lleva a la vida!, y son pocos los que lo encuentran.
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Todo árbol se conoce por su fruto
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15 |
Cuídense de los falsos profetas que se acercan disfrazados de ovejas y por dentro son lobos rapaces.
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16 |
Por sus frutos los reconocerán. ¿Se cosechan uvas de los espinos o higos de los cardos?
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17 |
Un árbol sano da frutos buenos, un árbol enfermo da frutos malos.
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18 |
Un árbol sano no puede dar frutos malos ni un árbol enfermo puede dar frutos buenos.
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19 |
El árbol que no dé frutos buenos será cortado y echado al fuego.
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20 |
Así pues, por sus frutos los reconocerán.
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No basta decir: ¡Señor, Señor!
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21 |
No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo.
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22 |
Cuando llegue aquel día, muchos me dirán: ¡Señor, Señor! ¿No hemos profetizado en tu nombre? ¿No hemos expulsado demonios en tu nombre? ¿No hemos hecho milagros en tu nombre?
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23 |
Y yo entonces les declararé: Nunca los conocí; apártense de mí, ustedes que hacen el mal.
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24 |
Así pues, quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que construyó su casa sobre roca.
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25 |
Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre la casa; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca.
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26 |
Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a un hombre tonto que construyó su casa sobre arena.
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27 |
Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos, golpearon la casa y ésta se derrumbó. Fue una ruina terrible.
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28 |
Cuando Jesús terminó su discurso, la multitud estaba asombrada de su enseñanza;
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29 |
porque les enseñaba con autoridad, no como sus letrados.
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