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Mateo
Capítulo 
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Complot para matar a Jesús
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(Mc 14,1s; Lc 22,1s; cfr. Jn 11,47-57)
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1 |
Cuando terminó este discurso, Jesús dijo a sus discípulos:
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—Ya saben que dentro de dos días se celebra la Pascua y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.
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Entonces se reunieron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo en casa del sumo sacerdote Caifás,
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y se pusieron de acuerdo para apoderarse de Jesús mediante un engaño y darle muerte.
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Pero añadieron que no debía ser durante las fiestas, para que no se amotinara el pueblo.
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(Mc 14,3-9; cfr. Lc 7,36-50; Jn 12,1-8)
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6 |
Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el Leproso,
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se le acercó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume de mirra carísimo y se lo derramó en la cabeza mientras estaba a la mesa.
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8 |
Al verlo, los discípulos dijeron indignados: —¿Por qué este derroche?
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9 |
Se podía haber vendido bien caro para dar el producto a los pobres.
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10 |
Jesús se dio cuenta y les dijo: —¿Por qué molestan a esta mujer? Ha hecho una obra buena conmigo.
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11 |
A los pobres los tendrán siempre cerca, a mí no siempre me tendrán.
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12 |
Al derramar el perfume sobre mi cuerpo, estaba preparando mi sepultura.
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13 |
Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se proclame la Buena Noticia, se mencionará lo que ha hecho ella.
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14 |
Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, se dirigió a los sumos sacerdotes
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y les propuso: —¿Qué me dan si lo entrego a ustedes? Ellos se pusieron de acuerdo en treinta monedas de plata.
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16 |
Desde aquel momento buscaba una ocasión para entregarlo.
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Preparación de la cena pascual
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(Mc 14,12-16; Lc 22,7-13)
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17 |
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: —¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
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18 |
Él les contestó: —Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: El maestro dice: mi hora está próxima; en tu casa celebraré la Pascua con mis discípulos.
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19 |
Los discípulos prepararon la cena de Pascua siguiendo las instrucciones de Jesús.
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(Mc 14,17-21; cfr. Lc 22,21-23; Jn 13,21-30)
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20 |
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
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Mientras comían, les dijo: —Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar.
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Muy tristes, empezaron a preguntarle uno por uno: —¿Soy yo, Señor?
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Él contestó: —El que se ha servido de la misma fuente que yo, ése me entregará.
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24 |
El Hijo del Hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay de aquél por quien el Hijo del Hombre será entregado! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.
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25 |
Le dijo Judas, el traidor: —¿Soy yo, maestro? Le respondió Jesús: —Tú lo has dicho.
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Institución de la Eucaristía
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(Mc 14,22-26; Lc 22,14-20; cfr. Jn 6,51-59; 1Cor 11,23-25)
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26 |
Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo: —Tomen y coman, esto es mi cuerpo.
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27 |
Tomando la copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo: —Beban todos de ella,
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porque ésta es mi sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados.
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29 |
Les digo que en adelante no beberé de este fruto de la vid hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.
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30 |
Cantaron los salmos y salieron hacia el monte de los Olivos.
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Anuncia el abandono de sus discípulos
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(Mc 14,27-31; Lc 22,31-34; cfr. Jn 13,36-38)
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31 |
Entonces Jesús les dijo: —Esta noche todos van a fallar por mi causa, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño.
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32 |
Pero cuando resucite, iré delante de ustedes a Galilea.
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33 |
Pedro le contestó: —Aunque todos fallen esta noche, yo no fallaré.
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34 |
Jesús le respondió: —Te aseguro que esta noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces.
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35 |
Pedro le replicó: —Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Lo mismo dijeron los demás discípulos.
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(Mc 14,32-42; cfr. Lc 22,39-46)
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36 |
Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos: —Siéntense aquí mientras yo voy allá a orar.
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37 |
Tomó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y empezó a sentir tristeza y angustia.
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38 |
Les dijo: —Siento una tristeza de muerte; quédense aquí, y permanezcan despiertos conmigo.
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39 |
Se adelantó un poco y, postrado su rostro en tierra, oró así: —Padre, si es posible, que se aparte de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
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40 |
Volvió a donde estaban los discípulos. Los encontró dormidos y dijo a Pedro: —¿Será posible que no han sido capaces de estar despiertos una hora conmigo?
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41 |
Estén atentos y oren para no caer en la tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.
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42 |
Por segunda vez se alejó a orar: —Padre, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.
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43 |
Volvió de nuevo y los encontró dormidos, porque tenían mucho sueño.
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44 |
Los dejó y se apartó por tercera vez repitiendo la misma oración.
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45 |
Después se acercó a los discípulos y les dijo: —¡Todavía dormidos y descansando! Está próxima la hora en que el Hijo del Hombre será entregado en poder de los pecadores.
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46 |
Levántense, vamos; ¡miren! Se acerca el que me entrega.
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(Mc 14,43-50; Lc 22,47-53; cfr. Jn 18,1-11)
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47 |
Todavía estaba hablando cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de gente armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo.
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48 |
El traidor les había dado una contraseña: Al que yo bese, ése es; arréstenlo.
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49 |
Enseguida, acercándose a Jesús le dijo: —¡Buenas noches, maestro! Y le dio un beso.
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Jesús le dijo: —Amigo, ¿a qué has venido? Entonces se acercaron, le echaron mano y arrestaron a Jesús.
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51 |
Uno de los que estaban con Jesús desenvainó la espada y de un tajo cortó una oreja al sirviente del sumo sacerdote.
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Jesús le dijo: —Envaina la espada: Quien a espada mata, a espada muere.
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53 |
¿Crees que no puedo pedirle al Padre que me envíe enseguida más de doce legiones de ángeles?
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54 |
Pero entonces, ¿cómo se cumplirá lo que está escrito, que esto tiene que suceder?
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55 |
Entonces Jesús dijo a la multitud: —Como si se tratara de un asaltante han salido armados de espadas y palos para capturarme. Diariamente me sentaba en el templo a enseñar y no me arrestaron.
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56 |
Pero todo eso sucede para que se cumplan las profecías. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
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(Mc 14,53s; Lc 22,54s; cfr. Jn 18,12-16)
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57 |
Los que lo habían arrestado lo condujeron a casa del sumo sacerdote Caifás, donde se habían reunido los letrados y los ancianos.
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58 |
Pedro le fue siguiendo a distancia hasta el palacio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los empleados para ver en qué acababa aquello.
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59 |
Los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban un testimonio falso contra Jesús que permitiera condenarlo a muerte.
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Y, aunque se presentaron muchos testigos falsos, no lo encontraron. Finalmente se presentaron dos
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que declararon: —Éste ha dicho: Puedo derribar el santuario de Dios y reconstruirlo en tres días.
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62 |
El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo: —¿No respondes a lo que éstos declaran contra ti?
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(Mc 14,61b-64; Lc 22,66-71; cfr. Jn 18,19-21)
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63 |
Pero Jesús seguía callado. El sumo sacerdote le dijo: —Por el Dios vivo te conjuro para que nos digas si eres el Mesías, el Hijo de Dios.
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64 |
Jesús le respondió: —Tú lo has dicho. Y añado que desde ahora verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y llegando en las nubes del cielo.
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65 |
Entonces el sumo sacerdote, rasgándose sus vestiduras, dijo: —¡Ha blasfemado! ¿Qué falta nos hacen los testigos? Acaban de oír la blasfemia.
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66 |
¿Cuál es el veredicto de ustedes? Respondieron: —Reo de muerte.
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(Mc 14,65; Lc 22,63-65; cfr. Jn 18,22s)
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67 |
Entonces le escupieron al rostro, le dieron bofetadas y lo golpeaban
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68 |
diciendo: —Mesías, adivina quién te ha pegado.
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(Mc 14,66-68; Lc 22,56s; cfr. Jn 18,17s)
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69 |
Pedro estaba sentado fuera, en el patio. Se le acercó una sirvienta y le dijo: —Tú también estabas con Jesús el Galileo.
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70 |
Él lo negó delante de todos: —No sé lo que dices.
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(Mc 14,69-72; Lc 22,58-62; cfr. Jn 18,25-27)
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71 |
Salió al portal, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí: —Éste estaba con Jesús el Nazareno.
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72 |
De nuevo lo negó jurando que no conocía a aquel hombre.
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73 |
Al poco tiempo se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: —Realmente tú eres uno de ellos, el acento te delata.
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74 |
Entonces empezó a echar maldiciones y a jurar que no lo conocía. En ese momento cantó un gallo
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75 |
y Pedro recordó lo que había dicho Jesús: Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces. Y saliendo afuera, lloró amargamente.
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