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Mateo
Capítulo 
1 |
Seis días más tarde llamó Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada.
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2 |
Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz.
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3 |
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
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4 |
Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: —Señor, ¡qué bien se está aquí! Si te parece, armaré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
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5 |
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa les hizo sombra y de la nube salió una voz que decía: —Éste es mi Hijo querido, mi predilecto. Escúchenlo.
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6 |
Al oírlo, los discípulos cayeron boca abajo temblando de mucho miedo.
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7 |
Jesús se acercó, los tocó y les dijo: —¡Levántense, no tengan miedo!
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8 |
Cuando levantaron la vista, sólo vieron a Jesús.
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9 |
Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó: —No cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
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10 |
Los discípulos le preguntaron: —¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías?
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11 |
Jesús respondió: —Elías tiene que venir a restablecer nuevamente el orden de todas las cosas.
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12 |
Pero les aseguro que Elías ya vino, no lo reconocieron y lo maltrataron. Del mismo modo el Hijo del Hombre va a sufrir a manos de ellos.
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13 |
Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.
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Sana a un niño epiléptico
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(Mc 9,14-29; Lc 9,37-43a)
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14 |
Cuando volvieron adonde estaba la gente, un hombre se le acercó, se arrodilló ante él
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15 |
y le dijo: —Señor, ten compasión de mi hijo que es epiléptico y sufre horriblemente. Muchas veces se cae en el fuego o en el agua.
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16 |
Se lo he traído a tus discípulos y no han podido sanarlo.
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17 |
Respondió Jesús: —¡Qué generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Tráiganmelo aquí.
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18 |
Jesús reprendió al demonio, y éste abandonó al muchacho que desde aquel momento quedó sano.
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19 |
Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: —¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
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20 |
Él les contestó: —Porque ustedes tienen poca fe. Les aseguro que, si tuvieran la fe del tamaño de una semilla de mostaza, dirían a aquel monte que se trasladara allá, y se trasladaría. Y nada sería imposible para ustedes.
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21 |
Pero esta clase de demonios sólo se expulsa con oración y ayuno.
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Segundo anuncio de la pasión y resurrección
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(Mc 9,30-32; Lc 9,43b-45)
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22 |
Mientras paseaban juntos por Galilea, Jesús les dijo: —El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres
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23 |
que le darán muerte. Pero al tercer día resucitará. Ellos se entristecieron profundamente.
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Sobre el impuesto del Templo
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24 |
Cuando llegaron a Cafarnaún, los recaudadores de impuestos se acercaron a
Pedro y le dijeron: —¿El maestro de ustedes no paga los impuestos?
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25 |
Pedro contestó: —Sí. Cuando entró en casa, Jesús se le adelantó y le preguntó: —¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran impuestos?, ¿de los hijos o de los extraños?
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26 |
Contestó que de los extraños y Jesús le dijo: —Eso quiere decir que los hijos quedan libres de pagar.
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27 |
Pero para no dar motivo de escándalo, ve al lago, echa un anzuelo y al primer pez que pique sácalo, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti.
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