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Mateo




Capítulo

Sobre la tradición

(Mc 7,1-13)
1 Entonces unos fariseos y letrados de Jerusalén se acercaron a Jesús y le preguntaron:
2 —¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los mayores? Pues no se lavan las manos antes de comer.
3 Él les respondió:
—¿Y por qué ustedes quebrantan el precepto de Dios en nombre de su tradición?
4 Pues Dios mandó:
Sustenta a tu padre y a tu madre. El que abandona a su padre o su madre debe ser condenado a muerte.
5 Ustedes, en cambio, dicen: Si uno comunica a su padre o su madre que los bienes que tenía para ayudarlos han sido ofrecidos al templo,
6 queda libre de la obligación de sustentarlos. Y así en nombre de su tradición ustedes invalidan el precepto de Dios.
7 ¡Hipócritas! Qué bien profetizó de ustedes Isaías cuando dijo:
8 Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí;
9 el culto que me dan es inútil, pues la doctrina que enseñan son preceptos humanos.

Sobre la verdadera pureza

(Mc 7,14-23)
10 Y llamando a la gente, les dijo:
—Escuchen atentamente:
11 No contamina al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella; eso es lo que realmente contamina al hombre.
12 Entonces se le acercaron los discípulos y le dijeron:
—¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oírte hablar así?
13 Él respondió:
—Toda planta que no plantó mi Padre del cielo será arrancada.
14 Déjenlos: son ciegos y guían a otros ciegos. Y, si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en un pozo.
15 Pedro contestó:
—Explícanos esta comparación.
16 Él les dijo:
—¿También ustedes siguen sin entender?
17 ¿No ven que lo que entra por la boca pasa al vientre y luego es expulsado del cuerpo?
18 En cambio, lo que sale por la boca brota del corazón; y eso sí que contamina al hombre.
19 Porque del corazón salen malas intenciones, asesinatos, adulterios, fornicación, robos, falso testimonio, blasfemia.
20 Esto es lo que hace impuro al hombre y no el comer sin lavarse las manos.

La fe de una mujer cananea

(Mc 7,24-30)
21 Desde allí se fue a la región de Tiro y Sidón.
22 Una mujer cananea de la zona salió gritando:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija es atormentada por un demonio.
23 Él no respondió una palabra. Se acercaron los discípulos y le suplicaron.
—Señor, atiéndela, para que no siga gritando detrás de nosotros.
24 Él contestó:
—¡He sido enviado solamente a las ovejas perdidas de la Casa de Israel!
25 Pero ella se acercó y se postró ante él diciendo:
—¡Señor, ayúdame!
26 Él respondió:
—No está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos.
27 Ella replicó:
—Es verdad, Señor; pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños.
28 Entonces Jesús le contestó:
—Mujer, ¡qué fe tan grande tienes! Que se cumplan tus deseos.
Y en aquel momento, su hija quedó sana.

Múltiples sanaciones

29 Desde allí se dirigió al lago de Galilea, subió a un monte y se sentó.
30 Acudió una gran multitud que traía cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos enfermos. Los colocaban a sus pies y él los sanaba.
31 La gente quedaba admirada al ver que los mudos hablaban, los cojos caminaban, los lisiados quedaban sanados y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.

Da de comer a cuatro mil

(Mc 8,1-10)
32 Jesús llamó a los discípulos y les dijo:
—Me compadezco de esta gente, porque llevan tres días junto a mí y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino.
33 Le dijeron los discípulos:
—¿Dónde podríamos, en un lugar tan despoblado como éste, conseguir suficiente pan para toda esta gente?
34 Jesús les preguntó:
—¿Cuántos panes tienen?
Ellos le contestaron:
—Siete y algunos pescaditos.
35 Él ordenó a la gente que se sentara en el suelo.
36 Tomó los siete panes y los pescados, dio gracias, partió el pan y se lo dio a los discípulos; éstos se los dieron a la multitud.
37 Comieron todos hasta quedar satisfechos; y con los restos llenaron siete canastos.
38 Los que habían comido eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños.
39 Luego despidió a la multitud, subió a la barca y se dirigió al territorio de Magadán.



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