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Mateo




Capítulo

1 Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a los doce discípulos, se fue de allí a enseñar y predicar por aquellas ciudades.

Sobre Juan el Bautista

(Lc 7,18-35)
2 Juan oyó hablar en la cárcel de la actividad del Mesías y le envió este mensaje por medio de sus discípulos:
3 —¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro?
4 Jesús respondió:
—Vayan a contar a Juan lo que ustedes ven y oyen:
5 los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia;
6 y, ¡feliz el que no tropieza por mi causa!
7 Cuando se fueron, se puso Jesús a hablar de Juan a la multitud:
—¿Qué salieron a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
8 ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre elegantemente vestido? Miren, los que visten elegantemente habitan en los palacios reales.
9 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Les digo que sí, y más que profeta.
10 A éste se refiere lo que está escrito:
Mira, yo envío por delante a mi mensajero para que te prepare el camino.
11 Les aseguro, de los nacidos de mujer no ha surgido aún alguien mayor que Juan el Bautista. Y sin embargo, el último en el reino de los cielos es mayor que él.
12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia, y gente violenta intenta arrebatarlo.
13 Hasta Juan todos los profetas y la ley eran profecía.
14 Y, si ustedes están dispuestos a aceptarlo, él es Elías que debía venir.
15 El que tenga oídos que escuche.
16 ¿Con qué compararé a esta generación? Son como niños sentados en la plaza que gritan a otros:
17 Hemos tocado la flauta y no bailaron, hemos entonado cantos fúnebres y no hicieron duelo.
18 Vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: está endemoniado.
19 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: miren qué comilón y bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores. Pero la sabiduría se conoce por sus obras.

Recrimina a las ciudades de Galilea

(Lc 10,13-15)
20 Entonces se puso a recriminar a las ciudades donde había realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían arrepentido:
21 —¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubiesen hecho en Tiro y Sidón, hace tiempo habrían hecho penitencia vistiéndose humildemente y cubriéndose con ceniza.
22 Pues yo les digo que el día del juicio será más llevadero para Tiro y Sidón que para ustedes.
23 Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo? Pues caerás hasta el abismo. Porque si los milagros que se han realizado en ti se hubiesen hecho en Sodoma, esa ciudad todavía existiría.
24 Yo les digo que el día del juicio será más liviano para Sodoma que para ti.

El Padre y el Hijo

(Lc 10,21s)
25 En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo:
—¡Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla!
26 Sí, Padre, ésa ha sido tu elección.
27 Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce al Hijo, sino el Padre; nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo decida revelárselo.
28 Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré.
29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida.
30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.



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